UNA MIRADA INTROSPECTIVA HACIA El ARTE DRAMÁTICO EN EL TOLIMA
Por: María G Pacheco Rojas
Licenciatura en Lengua Castellana, Universidad del Tolima
mariuerosima@gmail.com
La actividad teatral en el Tolima en los últimos treinta años, ha sido contemplada a través de algunos trabajos realizados en las tablas por varios de sus grupos como: El Juete (Nanky Castro), La carpa (Hugo Barrero), Colectivo Baquia Siete azul (Ana María Rivera), Uteatro (Javier Vejarano Delgado), La mueca (Joseph Urrego), Teatrapo (Gloria Enid Ardila y Henry Sánchez), Probeta teatro (Alex Torres) Sariri teatro (Anzizar Castaño), entre otros. Todos estos han buscado llevar al departamento a una revolución cultural por medio de la escena, de allí, la realización de varios montajes de creación colectiva como: “la prisión”, “dementes”, (El Juete), “La calle de los fantasmas” (La carpa), “la paz”, “Zancudos” (Uteatro) etc.
La construcción de laboratorios para la creación de diferentes escuelas, ha sido otra de las formas del teatro tolimense, que junto con la escritura de obras inéditas llevadas a la escena con gran acogida en el público, nos ubican frente a una actividad, que, a pesar de la adversidad permanece viva.
Sin embargo, la mayoría de seguidores del arte teatral desconocen el proceso escrito que fortalece y llena de sentido su participación en el medio social. El género dramático en el territorio tolimense ha sido desdeñado, por esta razón los textos históricos-literarios, donde se recopilan algunas de las obras existentes caen en lo nominal, sin estimar cómo se está llevando a cabo el proceso estético-ideológico de cada una y sin inscribirlas en la historia literaria a la que pertenecen. En este sentido “Los dramaturgos son ignorados, o, cuando es el caso, presentados como poetas de menor importancia”(1) y tal como lo indica González Cajiao “[…] Colombia siempre ha sido injusta con su teatro” (2). La Antología de autores Tolimenses de Carlos Orlando Pardo, Viva teatro Presencia escénica en Ibagué de Hugo barrero, y otros textos de índole histórico, mencionan algunas de las obras dramáticas (unas publicadas y otras inéditas), pero no crean un referente bibliográfico claro que permita conocer más que sus nombres o los de sus dramaturgos. Estos hallazgos entonces nos ubican frentes algunos escritos en el Tolima, aunque no son suficientes a la hora de tenerlos como referente y partir hacia un proceso de investigación que reivindique el rol del teatro como uno de los géneros de la literatura.
La abundancia de obras inéditas en nuestra población, también es un caso desconcertante. Mientras por cada año se evidencia el lanzamiento de libros de poesía, narrativa y cuento, el teatro parece atrapado en un capsula de tiempo inmóvil, perdido e invisible. Así, no solo nos golpea la pérdida de textos donde se develan cicatrices y marcas identitarias de nuestra cultura, sino también, la despreocupación por la publicación de nuevos textos dramáticos.
Domingo Miras en Literatura dramática y soportes (revista Drama 1, España, Vol. 9, 2000, archivo digital) nos habla del problema que da paso a la omisión del género dramático en los estudios investigativos. El teatro “es un género híbrido, un mestizo, y aunque el mestizaje suele ser un fecundo motivo de movimiento , renovación y progreso, lo cierto es que está mal visto en las casas sortílegas de ambos padres, y en nuestro caso, los literarios desdeñan el género dramático considerándolo teatro, y por tanto frívolo y vano, mientras que los actores y su mundo desconfían de él en tanto que es literatura y por tanto académico y erudito, es decir, muerto sólo viable hacia la vida escénica mediante la oportuna manipulación del adaptador”. La negación en los dos campos que lo engendran (el literario y el escénico) hacen que éste se muestre como un arte incompleto, donde los escritores no le dan espacio al predecirlo lejos de los alcances de un lector-director quien crea su propio montaje mientras realiza un adentramiento a la lectura del texto, y los actores o directores no le permiten trascender, puesto que al hacer una creación de tipo colectiva se conforman con dejarla tallada en la memoria de los espectadores por medio de la escena. De esta manera se agudiza nuestro conflicto, y no se logra ver en el texto el despertar de un lector con el manejo de elementos escénicos que recreen una obra, ni en el espectáculo, un proceso que trascienda del montaje circense donde se busca divertir y entretener.
Con todo, la coma temporal de la escritura dramática en nuestro contexto interfiere en lo que algunos actores llaman “la desvalorización del arte teatral en el departamento del Tolima”, forjando el desplazamiento de dramaturgos, actores, directores y críticos hacia otras regiones del país y trasladando junto con ellos el quehacer teatral y la construcción de una nueva dramaturgia en otras áreas culturales. Para ejemplificar lo anterior, traeremos a colación a Orlando Cajamarca Castro (Director del grupo de teatro Esquina latina), un ibaguereño (Octubre 23 de 1953) quien realiza su actividad teatral con mucha disciplina en Cali, desde donde actúa, dirige, escribe, publica libros, gana reconocimientos, enseña y desarrolla toda una jornada de culturalización, dejándonos a nosotros (sus paisanos), solo la nostalgia de pensar que el avance teatral en su ciudad de residencia hubiese podido ser acá más que una simple visión atormentada de una amante del teatro. Decididamente la poca atención prestada al texto dramático, impide la formación de una cultura teatral que trascienda de las tablas, llevando a algunos teatristas a sentirse impotentes y cansados en esta lucha por defender el rol del teatro y su función intelectual en el medio social. De esta manera, si se reflexiona sobre el texto dramático como una posibilidad dirigida hacía un lector-Espectador arriesgado y propositivo, no aislado de la literatura, se puede llegar a disfrutar de esta arte sin verla inscrita solo en el espectáculo y quizá la visión del teatro como simple entretenimiento quede atrapada en las tramoyas de un viejo teatro tolimense.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
Carmen Elisa Acosta Peñalosa. Del olvido a la memoria histórica: problemas de la historia del teatro en Colombia” Chasing Iván Vicente (coords), Leer la historia; Caminos a la historia de la literatura Colombiana, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C, 2007, P. 109
2 Fernando González Cajiao, Historia del teatro en Colombia, Instituto colombiano de cultura, Bogotá, 1986. P. 8
3 Domingo Miras “Literatura Dramática y soportes” en Drama, AAT, España, Vol. 1, 2000 Págs. 4-8
Tomado de: Facetas, El Nuevo Día. El periódico de los tolimenses. Ibagué 6 de Diciembre de 2009 P. 8
http://issuu.com/elnuevodia/docs/tabloide_facetas-diciembre_6?viewMode=magazine
http://issuu.com/elnuevodia/docs/tabloide_facetas-diciembre_6?viewMode=magazine
Me parece que este artículo es definitivamente acertado, real y triste... Pero necesario para reconocer que el teatro no es solo la puesta en escéna sino un complemento de producción literaria-dramatúrgica, investigación y constante aprendizaje. Ésta reducción a la puesta en escéna es lo que lo visibiliza ante el público tolimense como "diversión y entretenimientio" y me parece que ya lo haz expuesto de manera más coherete y argumentada que yo.
ResponderEliminarMe agrada bastante leer una mirada al teatro toimense desde el Tolima... Y ojala sea un nuevo antecedente que nos motive a continuar (y ojalá de manera mas integral), a pesar de las adversidades, limitantes y contradicciones.
Ahora una apreciación más subjetiva: Me agrada mucho que escribas esto bonita María... Un fuerte abrazo de admiración.