LA LUCHA POR EL CUERPO: PERSONAJE VS ACTOR.






Por: María Gladis Pacheco Rojas
 Licenciatura en Lengua Castellana, Universidad del Tolima


“Actuar exige tanta astucia, fuerza e intriga… es como preparar un crimen o un casamiento. La misma exactitud, la misma eficacia, la misma locura. El mismo empecinamiento” (1)

En el cine y la televisión  la palabra “actuar” íntegra completamente  la labor del actor, no obstante, una persona inmersa en el arte dramático no solo debe “saber actuar”,  sino también construir diferentes personajes e involucrarlos en el mundo de la escena. De esta manera el rol del actor no solo es, como lo piensan algunos espectadores, realizar determinados gestos (o en términos más despectivos muecas), mostrar diversos sentimientos por medio de movimientos cliché o generar  intensiones en un texto desde una voz con sonsonete.  Se  necesita más que esto para poder distanciarse de sí mismo y configurar otro ser.

“Haciendo Teatro me siento libre, fuera de éste lugar”; dijo un preso de la cárcel de Ibagué mientras recibía un taller a cargo de Nanky Castro (Director del grupo de teatro el Juete). En este sentido, la liberación de las pasiones  presente en la actuación, es uno de los tantos motivos que tienen como base  algunas personas para optar por este arte, ya que en el espectáculo lograrán ser lo que nunca en la vida real. De allí que  imaginar, llegar a visionarse como otro, construir una vida paralela basada en la ficción, logra convertir seres humanos normales en seres camaleónicos con una capacidad infinita de desdoblamiento. Sin embargo,  la creación de  personajes trae consigo el enfrentamiento con diferentes técnicas de tipo teatral,  y es allí cuando muchos actores se extravían en el camino dirigido a entender el teatro, debido a que la apropiación de rituales casi chamanicos que ponen en peligro el propio ser conduce su búsqueda al extremo y termina volviendo el momento teatral un momento patológico, donde estos son victimas de su propio invento.

El estudio de técnicas de actuación como las de Constatin Stanislavsky, en las cuales debe existir un adentramiento de manera atrevida a la vida del personaje, lleva a algunos teatristas a construir seres de la escena fuertes y creíbles ante los ojos de los espectadores, pero deja consigo casos extremos de personas que terminaron en el psiquiatra,  como el protagonista de la película Bolivar soy yo,  la cual parte de la historia de un actor que al adentrarse en su  personaje terminó creyéndose como él. El hecho de quitarse la piel y ponerse la de otro, como se hablaba en el ditirambo, no constituye una tarea fácil, pues la búsqueda de una psiquis diferente a la propia, genera un viaje posiblemente sin regreso, donde el actor queda atrapado en su inconsciente y se vuelve tan solo un habitante más de su propio  cuerpo.

En representación de ello, traemos a colación el caso real del actor caleño Marlon Moreno, quien terminó muy afectado por uno de sus personajes. Así el mismo afirma que: ‘he tenido escenas en donde he maltratado a mi esposa y también a mi amante de una manera que al final del día uno termina destrozado. Me he ido llorando en el carro porque hay momentos en los que no sé quien soy. Se me cruzan todas esas cosas en la cabeza y solo tengo tiempo de llegar a casa, dormir y volverme a levantar al otro día.’(2) La relación actor-personaje en este caso transgrede las líneas entre la ficción y la realidad, llevando a la desestabilización y la pérdida del control de las propias emociones. A este comportamiento se le denomina desde la psicología, “trastorno de identidad disociativo (TID)” porque alterna personalidades y lleva a un “desdoblamiento interno” (3) haciendo que la persona vuelva su cuerpo un campo de batalla. Casos más complejos son vistos desde el teatro, en donde varios han perdido la cabeza por chocar psicológicamente con sus personajes.

Como mecanismo de defensa otros actores se camuflan en diversas técnicas como la de Berlot Brecht, que parten del hecho de distanciarse y mirar el personaje desde afuera, evitando que éste tome posición y se acomode en el cuerpo. Sin embargo, esto impide mostrar al público, en algunas ocasiones,  un ser que se evidencie real, porque al tomar como base “la distanciación”(2), la consciencia de la persona tiene más peso que la del personaje, destacando en la actuación el hecho de fingir, mientras su pensamiento permanece vivo e intacto y el monologo interior recae en sí mismo. Así solo se nos muestran mecanismos lógicos, como la  acción a ejecutar y la presentación de los diálogos,  y esto puede ser una ventaja a la hora de no afectarse en lo psicológico, pero puede también llegar a ser un limitante que construye  un simple esbozo de algo que se repite incansablemente.


En conclusión, son muchas y muy variadas las técnicas que puede usar un actor para trabajar en la escena, cada una será determinada  por la obra o por la misma escuela a la que pertenece. La lucha por el cuerpo entonces,  siempre será el foco de acción y el trabajo inagotable del actor, pues el teatro, de una u otra forma, logra cambiar la vida de sus seguidores. Unos mas humanizados se integran en el arte para conocerse a si mismos, otros descubren máscaras para esconder sus fragilidades y ser lo que no son,  y los últimos se personifican para siempre y buscan la teatralidad en las calles, en los parques y en su vida diaria.




CITAS BIBLIOGRÁFICAS:


  1. Ariel Mastandrea: Oh Sarah. Unipersonal clásico para diva en apuros. P. 5
  2. Prensa Canal RCN, “Marlon Moreno desde esta noche será “El Capo” más buscado en la TV” 2009 (Ví: 14 de diciembre de 2009) http://www.estereofonica.com/marlon-moreno-desde-esta-noche-sera-el-capo-mas-buscado-en-la-tv/
  3. Beatriz Vera Poseck: Imágenes de la locura. 2006.  Calamar ediciones
  4.  Bertolt Brecht: Escritos sobre teatro selección y traducción de Jorge Hacker, Nélida Mendilaharzu de Machain. Buenos Aires : Ediciones Nueva Visión, 1970.


Comentarios

  1. El camino a seguir es la disciplina y la entrega y la libertad encadenada a la escena. Me gusto mucho tu artículo. Hace falta esta clase de escritos, y más cuando las manos tienen color vinotinto y oro.

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