LA CONJUGACIÓN DE MIS PIERNAS



Por: María G Pacheco Rojas

Muchas piernas han pasado ya por estas que no son mis piernas, se han entrelazado, acalorado, apretado, sudado y embriagado de seducción. No son sólo una fascinación lasciva, sino que son…

La pretensión de muchos facebookleros, twitteros, skypteros (No sé cómo se les nomina a los últimos)  de remodelar el mundo real y transformarlo  en un nuevo contexto virtual donde todos andemos conectados,  ha llevado a muchas personas a auto-proclamarse como anti redes.  Para nadie es un secreto que en todos los casos de dictaduras, hay opositores y seguidores que defienden o atacan las normas impuestas, ¿A qué voy con todo esto?

Nota aclaratoria: y este es el verdadero tema del que les hablaré, puesto que  lo de las piernas fue un enganche, desde luego sabía que iba a atrapar a  muchos lectores morbosos (aludiendo no sólo al ámbito sexual) pues con plena seguridad se adentrarían a la lectura con un título de este tipo, entonces lamento decepcionarlos  pero el tema que trataré es otro, si quieren leerlo a partir de ahora es su decisión. La trampa ya fue puesta.

Es claro que las redes sociales han tomado una fuerza descomunal en los últimos años, la mayoría de personas hacemos parte de ellas, con algunas excepciones por supuesto: los subversivos que aún conservan el anonimato.  En este texto quiero hablar de algo que a lo mejor ya es un tema trillado, indagado con más profundidad  por otras personas; simpatizantes o archienemigos de las redes cibernautas, sin embargo, quiero destaparme a hablar de este asunto, pues tengo ganas de combatir la locha y la conformidad con algo de opinión.

Empezaré por hablar de mi atracción por las redes. En las redes sociales, cuándo eres enfermo de mente  y posees algún tipo de patología,  puedes, sin más ni menos, aflorar tu condición sin ser juzgado, casos de exhibicionismo, cómo el mío por supuesto, de voyerismo, como los que miran mi perfil, logran ser saciados a través de este magnífico medio, en dónde el morbo prima por sobre todas las cosas y el afán por conocer la vida del otro se hace presente. Me gusta conocer lo que pasa con la gente, saber que piensan (porque ahora hasta eso se puede hacer) escudriñar en  sus fotos, conocer sus gustos y disgustos y entretenerme con su opinión, sobre política, religión, relaciones amorosas, sexo, teatro, cine. Soy morbosa por naturaleza, pero también necesito que me observen, que sepan que existo, que les guste lo que publico y que pueda tener muchas ventanas dónde todos quieran hablarme. Así es, evidencié mi complejo de popularidad.  ¿Enfermo? Claro que sí, pero eso es lo que nos pasa a la mayoría de los que allí habitamos. El artista que quiere que le digan que su arte es impecable, el mismo que  trata de mantenerse al margen del medio para no ser tachado como banal, pero que no mira con otros ojos este posible encuentro con diversos seres virtuales , la mujer que antes se veía poco atractiva, pero que ahora con fotos en diferentes posturas y con algunos retoques de photoshop se ve deseable, el intelectual que quiere vanagloriarse de su conocimiento, su bagaje y su visión más aguda sobre la vida,  y muchos casos más que buscan ser examinados por el ojo que todo lo ve: LA INTERNET. La cual si no existiera, dejaría a muchas personas como yo, en estados depresivos severos.

¿Que la modernidad está plagada de cosas tontas?. Es cierto, -y en esto tomo una anécdota relatada por un profesor mío de literatura, que a su vez la leyó en alguna otra parte-  En la actualidad vemos personas reunidas en un sitio de encuentro, con un móvil en la mano, riendo, haciendo caras y estableciendo una conversación con otra persona que se encuentra lejos, no se da cuenta que tiene a alguien enfrente con quién quizá pueda hacer lo mismo. Pero ¿Qué pasa cuándo se encuentra cara a cara con dicha persona? (la que estaba lejos) entonces no tendrá más remedio que acudir a otro que se encuentre ausente, para  hablarle e  informarle varias cosas que le suceden.  Sí, las relaciones actuales están plagadas de ausencia, de memoria, de distancia, y de la estúpida idea de evidenciar la cercanía a través de un aparato electrónico.

Es importante hablar de lo que sucede con muchas personas que como yo, o tiene un blog, o tienen una cuenta facebook. Todas, sin excepción alguna, necesitan ser escuchadas, miradas, reconocidas ante los ojos de alguien, así sea el vecino del lado que tiene como contacto. La necesidad por relatar y sabotear la privacidad, es un asunto de muchos de nosotros, que obviamente lo negaríamos ante la pregunta indecente de un antired.  Y no solo eso, La soledad tan absoluta que muchos padecemos nos lleva a crear una vida virtual, bastante lejos de la real, dónde se puede tener animales de granja, peces, nos leen la suerte, tenemos relaciones, rompemos relaciones, hacemos amigos, sufrimos con  los conflictos de ellos, escuchamos música, comentamos videos y demás. Cosas que en una conversación real no pasa, a menos que nuestro interlocutor sea un robot multifuncional. Sí, las buenas charlas mirándose a los ojos, tomando algo, no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir en un mundo tan PERFECTO para los solitarios y enfermos.

No quiero llegar a ninguna conclusión, pues no se quienes sufran más, si los renegados de las redes o los “redefilicos”  Sólo quiero que sepan que estoy algo alejada de mi facebook, mi twitter y mis otras cuentas, y es básicamente porque ya no me siento tan sola, así que cuando esté merodeando de nuevo en este medio, es, y téngalo por seguro,  que la soledad ha tocado de nuevo la puerta de mi casa.  En otras palabras, he dejado de cambiar mi foto de perfil, no publico estados cada dos horas, no miro el facebook, o cualquier otra red, cada momento del día, y sí, me siento algo rehabilitada; pero no se alegren antiredes, no cerraré mi cuenta facebook, pues tengo mucho para ver como buena voyerista que soy,  y además , no quiero desaparecer y ser olvidada en este nuevo mundo virtual.






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