UNA MIRADA PANORAMICA HACIA LA HISTORIA DE NUESTRO TEATRO TOLIMENSE
A mi profesor Libardo Vargas Celemín
(Resumen
del trabajo “Historia crítica del teatro en el Tolima” Tesis Laureada,
Universidad del Tolima, año 2011)
Por: María G. Pacheco Rojas
Licenciada
en Lengua castellana
Ex
actriz del grupo de teatro de la Universidad del Tolima
Profesora
de Arte y Literatura en Medellín-Antioquia
Al centrar la mirada en el teatro de nuestra región, es ineludible encontrarse con el
desconocimiento del proceso escrito por gran parte de sus artistas.
El género dramático en el territorio tolimense ha sido desdeñado por el
historicismo literario, y muchos de
los textos en donde se recopilan algunas de las obras existentes caen en
lo nominal, sin estimar cómo se está
llevando a cabo el proceso estético-ideológico de cada una, y sin inscribirlas en la historia literaria a
la que pertenecen. En este sentido, y parafraseando a Iván Vicente Padilla
Chasing, “Los dramaturgos son ignorados, o, cuando es el caso, presentados como
poetas de menor importancia” y claro está, en nuestro territorio, especialmente,
los investigadores han sido injustos con su teatro.
Domingo Miras en Literatura dramática y soportes (revista
Drama 1, España, Vol. 9, 2000, archivo digital) nos habla del problema
que da paso a la omisión del género dramático en los estudios investigativos.
El teatro “es un género híbrido, un
mestizo, y aunque el mestizaje suele ser un fecundo motivo de movimiento ,
renovación y progreso, lo cierto es que está mal visto en las casas sortílegas
de ambos padres, y en nuestro caso, los literarios desdeñan el género dramático
considerándolo teatro, y por tanto frívolo y vano, mientras que los actores y
su mundo desconfían de él en tanto que es literatura y por tanto académico y
erudito, es decir, muerto sólo viable hacia la vida escénica mediante la
oportuna manipulación del adaptador”. La negación en los dos campos que lo
engendran (el literario y el escénico) hacen que éste se muestre como un arte
incompleto, donde los escritores no le dan espacio al predecirlo lejos del alcance de un
lector-director que cree su propio montaje mientras realiza un adentramiento a
la lectura del texto, y los actores o directores no le permiten trascender,
puesto que al hacer una creación de tipo colectiva, o una propuesta
dramatúrgica partida desde la escena, se conforman con dejar tallada en la
memoria de los espectadores, algunos
fotogramas de la propuesta. De esta manera se ha venido agudizando nuestro
conflicto, y no se ha logrado aún ver en
el texto el despertar de un lector con
el manejo de elementos escénicos que
recreen una obra, ni en el espectáculo, un proceso que trascienda del montaje
circense donde se busca divertir y entretener.
Es por ello que se hizo
imprescindible crear una visión distinta frente a la lectura del texto teatral, logrando observar en la reconstrucción histórica del teatro en
el Tolima, un rescate del rol del arte dramático como “hijo feo” de la
literatura. De acuerdo con lo anterior,
es crucial mencionar que este texto tiene como objetivo dar cuenta de ciertos
detalles de la historia del teatro tolimense, buscando indagar en el desarrollo
de esta manifestación literaria por medio de
la reseña crítica de las producciones dramáticas.
Esta investigación trató de recoger los procesos culturales y el
vínculo que los autores han tenido con
ellos en los diferentes períodos de tiempo; para ello se analizó sólo las obras publicadas por escritores
nacidos en el Tolima. Bajo la salvedad de la Jura al Rey Fernando Vl, la
cual se estudió por el valor histórico
que representa para nuestro teatro. En relación con la línea de tiempo, es
importante acotar que la limitación temporal procuró abarcar la totalidad del
proceso; desde los precursores como
Jacinto de Buenaventura hasta los escritores contemporáneos como Javier Vejarano Delgado. En esta medida, lo primero
que se hizo fue ubicar cada uno de los
textos publicados por autores nacidos en esta región, luego se tomó cada obra y se analizó bajo una
matriz construida con varias teorías
sobre el texto dramático, y finalmente se seleccionaron las más representativas o paradigmáticas, que fueron
reseñadas con la información clave,
donde se descubrió el aporte cultural, el contenido, y la visión
social, política o literaria que
subyacía en cada una. A continuación se mostrará una parte de cada
uno de los capítulos que consolidaron esta investigación durante su proceso de
escritura.
EL TEATRO COLONIAL EN EL
DEPARTAMENTO DEL TOLIMA
La época de la
Colonia históricamente, fue el resultado
de diversas luchas entre las tropas
españolas y el antiguo territorio habitado por la población indígena y criolla,
que pese a sus esfuerzos despareció dando paso al mestizaje iniciado en la
segunda mitad del siglo XVl, donde se manifestó la pronta apropiación de la
cultura española en todos los campos de la vida como la religión, el lenguaje,
y desde luego la escritura literaria. A causa de ello, al revisar
los documentos históricos que explican la toma de la cultura
hispánica, se observa también los
primeros escritos de nuestros antepasados determinados por la narración de la
conquista.
Desde luego, los primeros textos de literatura dramática
escritos en Colombia trajeron consigo un gran aporte a la historia del arte
teatral, debido a que a través de su estudio se pudo descubrir la evolución
estilística del teatro desde sus
cimientos hasta nuestros días. De esta manera las primeras obras escritas son
notoriamente una construcción histórica de los momentos culturales, políticos y
sociales de la Colombia granadina, y contribuye a determinar los autores y los
períodos de tiempo que marcaron los inicios del drama. E teatro colonial en
Colombia se presentó según Gonzales Cajiao en los siglos XVll y XVlll y se
inscribieron en él, obras como Los Alarcos, Vida de Hidalgos, En Dios está
la vida, Laurea crítica de Fernando Fernández Valenzuela y La jura al Rey fernando Vl de Jacinto de
Buenaventura, dichas obras se consideran
los primeros textos dramáticos escritos en nuestro país, y a pesar de su
carácter conmemorativo se presentan en la actualidad como la única huella
teatral que tenemos del mencionado siglo.
Ahora bien, la
historia del teatro en el Tolima fue y sigue siendo bastante precaria, puesto
que ninguna de las obras escritas fueron reconocidas, o al menos nominadas en
los textos históricos de literatura regional. De allí que en este capítulo
sea imprescindible ubicarnos en el
estudio de las obras que germinaron este género con todas sus connotaciones
ideológicas y su aporte al medio literario. En efecto, el único
texto dramático que se tendrá como referente es “La Jura al Rey Fernando
Vl” de Jacinto de Buenaventura, representada el 8 de septiembre de 1745 en la
ciudad de Ibagué y tenida en cuenta aquí gracias a
la vinculación de su autor con el contexto tolimense,
pues a pesar de haber sido un capitán de origen Siciliano, gran parte de su vida la vivió en este
departamento.
“La jura
al Rey fernando Vl”, fue denominada
por varios historiadores nacionales como una Loa gracias a su función
comunicativa, pues esta “Es un pequeño trabajo dialogado, proveniente de
España, escrita en verso, y su función es exaltar las condiciones de un ser o un lugar
particular”[1]
estandarizando los personajes, y
llevando al texto a un diálogo lineal y sin conflictos. Desde luego su
“sencillo lenguaje”[2] y su elemental estructura “[…] ofrece escaso
valor literario, no obstante, tiene interés para la historia del historicismo y
de las costumbres en Colombia […]”[3] Tras sus personajes se describe lo sucedido en la toma del poder
del Rey Fernando Joseph y se hace una
alusión clara y veraz al contexto tolimense, en la cual, la narración de varias
celebraciones como “[…] entremeses, saraos, entretenimientos, pandorgas, buenas
comedias y otros lucidos festejos […]”[4] nos permiten deducir una
gran manifestación de las actividades teatrales en el Tolima bajo el siglo
XVlll.
La obra inicia con
las ofrendas al Rey y la exaltación constante del mismo por medio de letanías,
continua en la descripción de la celebración, y finiquita narrando cómo se
asumió la festividad. Nos encontramos aquí con una estructura sencilla:
Carencia en la teatralidad, personajes planos, diálogos lineales y un discurso
manipulado por el autor. Sin duda alguna, la forma como está escrita y el
manejo de un lenguaje con expresiones españolas, permiten reafirmar la
construcción elemental del texto dramático y deducir el impacto de la
colonización en su escritura.
En cuanto al
contenido, éste texto está estructurado con el fin de plasmar la aceptación
gozosa del nuevo poder desde una visión sumisa y completamente parcializada,
dejando totalmente descubierta su intención comunicativa, que es conmemorar un momento histórico de
Ibagué y describir el desarrollo cultural para el siglo XVlll. Lo cual nos
lleva a pensar que esta obra se inscribe en un
teatro documental, puesto que narra hechos históricos realmente ocurridos
en el año de 1745 y su “[…] dramaturgia jamás crea nada ex nihilo, sino que
recurre a fuentes, mitos, hechos diversos, aconteciemintos históricos […]”[5] etc, logrando ver en el
evento una memoria de gran importancia que explica la imposición de la cultura
occidental y posteriormente la evolución social del Tolima colonizado.
En síntesis, esta obra fue escrita para la época de la
colonia en la cuidad antigua de San Bonifacio de Ibagué del Valle de las lanzas
y nos muestra la expresión española sobre la voz casi nula de nuestros
antepasados. Situándonos en el teatro colonial colombiano, que se reconoce
gracias a su lenguaje versado y su intensión comunicativa parcializada, en la
cual se refleja la resignación de todo un pueblo encadenado por la “Madre
España”. En esta medida no se omite el aporte
de este texto al campo literario, ya que actúa como legado de la historia
dramática de la colonia dando cuenta de las formas de escritura y del mismo
pensamiento de los primeros dramaturgos en el país. Desde luego la primera obra
escrita en nuestro departamento puede no haber llenado las expectativas de
muchos historiadores del teatro colombiano en cuanto a innovación de estilo,
pero a nosotros, nos revela el anclaje de éste arte y la consolidación de la
cultura dramática en las tierras tolimenses
desde siglos atrás.
EL TEATRO TOLIMENSE DEL SIGLO XlX
A finales del siglo
XlX la literatura dramática tuvo una gran acogida en el país y a pesar de
manejar un estilo y un lenguaje que hacía referencia a las formas
españolas, pasa a hablar de lo acontecido
en Colombia durante dicho siglo. A éste momento teatral le fue asignado el
nombre (según Gonzales Cajiao) de “Teatro neocolonial” y una de sus
características era precisamente un intento de ruptura con los moldes españoles
y la búsqueda de una emancipación de la escritura literaria por medio de la
ideología del autor. Determinada por algunos historiadores como el siglo de oro
del teatro colombiano, esta época fue un momento culme para la historia
nacional, debido al gran número de obras y dramaturgos que surgieron hablando de
la Nueva Granada.
En el Tolima, las obras que aparecen inscritas son aquellas
que parodian los roles sociales, las posiciones políticas arraigadas y las
costumbres de una sociedad moralista. De esta manera el eje temático que las
conjunta, es la crítica política, que a razón de mostrar las actitudes de la
época, desarrolla una parodia fuerte frente aspectos como la cultura, la
sociedad y sobre todo la vida misma.
José María
Samper como uno de los autores de este período es el
dramaturgo que hace parte de la historia de teatro tolimense. Este escritor
nacido el 31 de marzo de 1828 en Honda-Tolima
y dedicado tanto al género dramático
como a otros géneros literarios, “[…]
expresa muy bien el carácter interdisciplinario y multifacético manifiesto en
aquellos que participaron activamente en la vida política, económica y social
del siglo XIX en Colombia”[6]. De él
encontramos seis cuadros de costumbres: Un
alcalde a la antigua y dos primos a la moderna, Un día de pagos, Percances de
un empleo, Los aguinaldos, El hijo del pueblo y la conspiración de septiembre, en los cuales se construye un tipo de
teatro diferente al del capítulo anterior, pues cada una de los textos posee
una relación directa con su contexto, no solo desde la nominación de
espacios, debido a que en cada uno de ellos se habla de una Bogotá
neogranadina, sino desde el nivel
lexical ya que se retoman términos que nos sitúan específicamente en la capital
colombiana.
La intensión comunicativa en el texto dramático es un aspecto
imprescindible, pues tal como lo plantea Anne Uberselfd las seis funciones de
la comunicación de Jakobson se manifiestan en el teatro y logran prever su fin
en el contexto. Es por ello que dichas obras, nos hablan de las incongruencias
de los seres políticos; reflejo de dictadores que hacen cumplir la ley usando
la fuerza y la intimidación. Ejemplo de ello es Un Alcalde a la antigua y dos Primos a la
moderna, donde encontramos un alcalde de pueblo de la Nueva Granada, que reflexiona sobre su
quehacer, con sus respectivas complicaciones. Así inicia la historia que narra
su gobierno y la crisis de su conciudadanos, pues éste sólo piensa en ejercer
el poder y en hacerlo valido, ya sea a través de la persuasión o la fuerza
bruta. La afinidad es notoria con El Hijo
del Pueblo, obra en la cual, el clímax de la acción se desarrolla en un
juzgado, allí se discute a cerca de la inocencia de un personaje que asesina en
el marco de un duelo, “PRIMERO: Vaya que está pensativo el mozuelo! SEGUNDO: I
tan remilgado siempre! No parece, a juzgar por el palmito que tiene… TERCERO:
Que haya despachado al otro mundo a un prójimo! PRIMERO: Cómo es posible?
TERCERO: Toma! Pues le juzgan de asesinato.”[7]
Naturalmente cada
una de estas obras trae consigo una alusión a las guerras civiles dadas en
Colombia en el siglo XlX, que nos permite reflexionar sobre la relación de estos textos dramáticos con su
contexto, pues la enunciación de términos políticos denotan posturas dadas en
las guerras de los partidos liberales y conservadores, que connotan la directa afiliación con la realidad social
y destaca la inmersión y el entero conocimiento del autor en el campo
político, permitiendo ver en éste texto lleno de contradicciones, de posiciones
ideológicas antípodas que combaten, la realidad social de un país esclavizado
por la violencia y la política. En suma, el tipo de teatro realizado en el
siglo XlX por José María Samper, es a nuestros ojos un teatro que confluye en las reflexiones dadas frente a la vida
religiosa, política y literaria, y constituyendo conclusiones trascendentales
para la historia social y cultural de dicho siglo.
En este sentido,
las diferentes obras de Samper son la causa principal de un momento glorioso
para el teatro en Colombia, que llevó al Tolima, sin saberlo, a la era del
costumbrismo y a una posible inmersión en el siglo de oro. Este período de
tiempo de la literatura dramática posee entonces grandes virtudes, ya que hace
referencia a una Colombia llena de incongruencias gubernamentales, falta de
legalidad y de presunciones morales falsas
que visionan al ser humano bajo un cargo social, que deja del lado aspectos como el amor, la
dignidad y la ética. Así, el autor no sólo nos muestra la realidad de ese
período histórico sino que la crítica y la vislumbra bajo la batuta de la
comicidad, la parodia y el humor negro.
SIGLO
XX: LAS TRANSICIONES INESPERADAS DEL TEATRO TOLIMENSE
A partir de 1943 en el Tolima se inicia la elaboración de
diversos textos dramáticos que determinan un nuevo período histórico para el
teatro y la actividad literaria realizada en Colombia en el siglo XX. De allí,
que este período se divida en las diversas temáticas planteadas por los
dramaturgos nacidos en el Tolima. El
contexto del siglo XX del teatro colombiano se destacó por la gran aparición de
personalidades dramáticas que lograron dar sustento a la escritura como forma
de expresión artística, y en términos
políticos, como manifiesto o denuncia.
Los ejes temáticos
que aquí se presentaron inician con “La
poesía dramática” en Arturo Camacho Ramírez en 1943; pasa por “La mordacidad
política” de Jaime Soto y Carlos Emilio Campos (Campitos) desde 1948 hasta
1968, se traslada a “La remembranza de lo indígena” en María Cárdenas Roa (Luz
stella) (1969), luego viene “Un salto irremediable en el tiempo del teatro” en
José Jair Castaño (José Puben), pasa a ver:
“Una mirada crítica a las políticas educativas del país” en Roberto Ruíz
Rojas (1973) continua con “Las costumbres exaltadas de la región” en Raquel Bocanegra de Galvis (1991), le sigue “El conflicto violento de la
Colombia del siglo XX” con Orlando Cajamarca Castro de 1986 a 1995 y finaliza con “El teatro infantil, didáctico
y su proyección al campo educativo” en Gloria Enid Ardila (1998).
La actividad teatral en
Colombia en este período se entrecruza con su conversión política, iniciando
desde el Bogotazo (1850-1950) pasa por el Frente nacional (1958-1974) hasta
llegar al conflicto actual (1998); fechas en las cuales se desarrolla la
escritura en el Tolima bajo la intervención de nueve autores con sus diversas
plumas dramáticas. Se presentan entonces ocho modalidades teatrales, la poética con “Luna de Arena”, la política
con “Los amigos del pueblo” y la “señora viuda de Euripiditos”, la memoria
de lo primitivo con “Ámbala”; un
lapso inesperado de la modernidad con “Un
gato melenudo de ojos Azules”, la crítica educativa del “Estatuto Indecente”, la exaltación
rimbombante del Tolima con “Nojotros los
del Tolima”, La inmersión del tema de la violencia en “El Enmantelado y Encarnación” y culmina con el teatro infantil y
juvenil con “Teatro Circular” Los anteriores apartados
de este capítulo nos muestran la variabilidad del teatro en el siglo XX, y la diversidad de las obras que surgen para
este período. De todas formas, todas, sin
excepción alguna, se hacen
imprescindibles en la construcción de esta historia del teatro tolimense.
SIGLO XXl: LO ÚLTIMO DEL DRAMA
Con la llegada del siglo XXl, entre los
años 2000 y 2007 aparecen diversos autores que trabajan múltiples temas enfocados
hacia la forma de ver la sociedad y la problemática de la violencia en
Colombia. En este sentido para el siglo XXl el teatro colombiano a traviesa un
momento de preocupaciones sociales que desembocan en la creación de múltiples
textos referidos a temas como conflictos entre los campesinos y los
terratenientes. Algunas de las obras escritas con un alto lirismo, buscaban
parodiar de manera menos exacta pero igual de profunda la polémica situación de
Colombia.
Es por ello que bajo este marco, en la
historia del teatro colombiano, desde el siglo XX, aparecen autores como: Jairo
Aníbal Niño, Santiago García, Enrique Buenaventura, Víctor Viviescas, Fernando
González Cajiao, Gustavo Andrade Rivera, entre otros. Dichos autores en sus
creaciones trabajaban diversos temas, la mayoría de ellos referidos a la
violencia y a los ítems conflictuales de Colombia cómo: la masacre de las
bananeras, guerras entre liberales y conservadores, y más recientemente, las
guerras entre los grupos armados.
Ahora bien, situándonos en nuestro
teatro, es posible hablar de la aparición de tres ejes temáticos dentro de este
capítulo. El primero de ellos es “el teatro regional” con Javier Vejarano
Delgado, “La violencia y los enfrentamientos entre grupos armados“del mismo
autor y “Elegías literarias y meditaciones forasteras” con Orlando Cajamarca
Castro. Son tres temas los que aquí se manejan, el primero es el regional, con
“Magma Magnánima”, el segundo hace alusión a la violencia con “Acto de
Heroísmo”, “Desmadre tierra.com”, “Farsalgia” e “Invitación a
la Muerte” y el último trabaja lo literario con “Elegía a Lorca”, “El
solar de los mangos” y “Alicia Adorada en Monterrey”
.
Para el año 2000 aparece Javier
Vejarano Delgado con su libro nominado Cuatro Piezas Breves, dentro del
cual se encuentran incluidas obras como: Magma Magnánima, Invitación a la
Muerte, Farsalgia, y Acto de Heroísmo, son obras en las cuales se trabaja
temas diversos sobre la situación social de Colombia.
Hablar de violencia a través de textos
literarios para el siglo XXl no es un tema nuevo, puesto que hay antecedentes
que revelan la inmersión de este tópico desde el siglo pasado. Así, son muchos
y muy diversos los textos que se centran en este tema. Sin embargo, al
remitirnos al teatro tolimense, son cinco obras las que se encargan de ahondar
en la violencia y sus implicaciones ideológicas, estas son: Acto de Heroísmo”,
“Desmadre tierra.com”, “Farsalgia”, “Invitación a la Muerte”, (Javier
Vejarano Delgado) y “El solar de los mangos” (Orlando Cajamarca Castro).
Finalmente, para los años 2002 y 2004 Orlando Cajamarca
Castro realiza el aporte dramático a nuestra historia del teatro con dos obra
llamadas: Alicia Adorada en Monterrey y Elegía a Lorca. Estás,
con temas diversos logran dar cuenta de lo último frente a las producciones
dramáticas con autores nacidos en el Tolima. Alicia Adorada en Monterrey es un
texto publicado en el 2002 gracias a la Beca de Residencia Artística
México-Colombia, que trata de la vida de tres colombianos en busca del sueño
americano, quien tras su viaje, afrontan varios acontecimientos que reflejan la
densidad del proceso de emigración. No está de más decir que este texto junto con Alicia Adorada en Monterey
y los escritos de Javier Vejarano, muestran la evolución escritural, y por tanto
permite ver en todo este siglo una imperiosa noción de avance frente a los
momentos históricos pasados, pues se ahondan en los conflictos de todo tipo,
logrando distanciarse y tomando posturas críticas sin llegar a manipular los
discursos de los personajes. En síntesis el siglo XXl en el teatro tolimense
demuestra una notoria evolución frente a creación de personajes, planteamiento
de nociones dramáticas y presentación dialógica de discursos.
Con todo, el coma aparente de la escritura dramática en
nuestro contexto, ya no puede ser una
excusa para lo que algunos actores llaman “la desvalorización del arte teatral
en el departamento del Tolima”, que ha forjado el desplazamiento de
dramaturgos, actores, directores y críticos hacia otras regiones del país trasladando junto con ellos el quehacer
teatral y la construcción de una nueva dramaturgia en otras áreas
culturales. Decididamente la poca
atención prestada al texto dramático hasta el momento, había sido la piedra en
el zapato para la formación de una cultura
teatral que trascendiera de las tablas, llevando a algunos teatristas a
sentirse impotentes y cansados en esta lucha por defender el rol del teatro y
su función intelectual en el medio social. De esta manera, si se reflexiona
sobre el texto dramático como una
posibilidad dirigida hacía un lector-Espectador arriesgado y propositivo, no aislado de la literatura, se puede llegar
a disfrutar de este arte sin verle inscrito solo en el espectáculo y quizá la
visión del teatro como simple entretenimiento quede atrapada en las tramoyas de
un viejo teatro tolimense.
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